Aprender a aprender
Jose María Alegre (Coordinador técnico de Formación CFP IN)
Últimamente estamos viendo que los planes de formación para el empleo de las administraciones se dirigen hacia la realización de especialidades profesionales muy concretas, es decir, ligados a los certificados de profesionalidad que existen, relacionados con los diferentes oficios actuales. No hay ninguna duda de que eso es algo que tenemos que seguir haciendo y potenciando, pero ante los retos que ya asoman en el mercado laboral cuando menos cabe hacerse algunas preguntas.
Entre todas las cuestiones destacaría una que puede parecer fuera de lugar pero a la que vamos a tener que responder más antes que después por ser de alcance: ¿cómo formamos a los jóvenes para CREAR trabajos que todavía no existen?. Si bien la respuesta puede parecer complicada nuestra obligación es encontrarla, puesto que en un mundo cambiante, globalizado y con la inteligencia artificial más presente que nunca, no hay ninguna duda de que serán los trabajadores del futuro los que crearán estos trabajos, y que a su vez podrán formar a otros y transformar las certificaciones profesionales del futuro.
Por eso el foco lo tenemos que poner en los emprendedores, en los que crearán esos nuevos oficios. Y debemos entender por emprendedores no sólo aquellos valientes que se animan a crear una empresa, sino también a aquellos profesionales que dentro de las empresas en las que trabajan, son capaces de ver nuevas posibilidades profesionales que hasta ahora nadie había visto.
Al plantearnos esta cuestión es lógico pensar no en conocimientos y competencias específicas, sino en aquellas competencias generales transversales, que pueden ser parte de cada persona, pero que también se pueden aprender, se pueden adquirir.
Son competencias que tienen que ver más con las actitudes que con las aptitudes, con la forma que tenemos de conversar, de escuchar de forma activa a nuestro entorno, de adaptarnos y transformarnos, de estar sumergido en un proceso de cambio continuo, ya que nuestro mundo está constantemente cambiando. En definitiva, de APRENDER A APRENDER, para transformarnos y transformar nuestro entorno.
Como dice el filósofo Rafael Echeverría, “Se nos enseñan muchas cosas, pero no se nos enseña a aprender. Y resulta que aprender a aprender es la madre de todas las competencias.”
La formación del futuro
¿Hacia donde debemos que dirigir la formaciónn?
Una de las claves será la formación en competencias transversales, que hagan que nuestros jóvenes aprendan a aprender.
Mediante esta forma de observar el mundo, aprendiendo para transformarnos y transformar, será más fácil para ellos ver las nuevas posibilidades que se les presentan.
Deben ser acciones en las que nos impliquemos más que en formar, en facilitar que los jóvenes experimenten procesos de aprendizaje que les haga comprobar que son capaces de conseguir los objetivos que se propongan, siendo conscientes de los recursos que tienen, de los que necesitan, y de las diferentes alternativas que se les abren para llegar al objetivo y conseguir los resultados que se proponen.
Y, sobre todo, que esas alternativas se conviertan en acciones concretas y se comprometan a la hora de realizarlas, de tal modo que si no se consiguen los resultados esperados, asuman el fracaso convirtiéndolo en APRENDIZAJE.
En definitiva, debe tratarse de acciones en las que se conjugue: responsabilidad, libertad, compromiso, apertura al cambio y oportunidad para crear nuevos oficios.
LAS CLAVES
Para poder responder a nuestra pregunta contamos con instrumentos que no debemos obviar como son: la formación en las nuevas tecnologías, la formación dual y las destrezas en comunicación.
De entrada, la mayoría de estos nuevos oficios, se prevé que estén ligados a los avances tecnológicos. Por tanto, otra de las líneas en las que se debe trabajar es en la formación en competencias TIC. Los jóvenes que manejen las TIC en las diferentes áreas, y que a su vez desarrollen las competencias generales transversales de las que hemos hablado anteriormente, podrán disponer de una gran base para encontrar nuevas posibilidades en el futuro.
Respecto al interés de apostar por la formación dual basta con mirar el ejemplo de uno de los pueblos con mayor cultura de emprendizaje en nuestro entorno, Eibar.
De las prácticas que los alumnos de las escuelas profesionales realizaban en las empresas aprendían procesos básicos y oficios. Paralelamente, muchos de estos alumnos seguían estudiando en la escuela profesional. Se titulaban como maestros industriales con posibilidad de continuar su formación hacia una ingeniería.
Este modelo de formación DUAL sirvió para que muchos llegasen a emprender nuevos proyectos empresariales que hoy, más de 60 después siguen vivos. La inquietud de desarrollar nuevos negocios surgía relacionando las prácticas con los estudios.
Eibar se convirtió en un pueblo de emprendedores con empresas que se expandían hacia otras ciudades del entorno, hacia el territorio nacional e internacional. Fue una aportación importantísima para el tejido industrial.
La tercera de las claves es aprender a COMUNICAR. La comunicación nos va a permitir entre otras muchas cosas, trasladar interna y externamente, esta nueva cultura en materia formativa, divulgándola y fomentándola para que cualquiera de nosotros sepa que tiene la posibilidad de emprender cualquier proceso de mejora o cualquier línea de negocio además de las que ya tenemos.
Si tenemos la inquietud y la autonomía necesarias, podemos aportar ideas que nos permitan evolucionar y mejorar profesionalmente.
Si lo conseguimos usando bien los instrumentos de los que disponemos, ya estaríamos respondiendo a la siguiente pregunta: ¿Cómo formamos a los jóvenes para CREAR trabajos que todavía no existen, y como les transmitimos esta ilusión y motivación?