Y se hizo la luz… de la cultura preventiva

Cultura preventiva antes cultura de seguridad. La primera vez que encontramos este concepto es en 1986 coincidiendo con la catástrofe sufrida en Chernobil. En aquel momento la Agencia Internacional de la Energía Atómica, atribuyó a una “pobre cultura de la seguridad” un desastre, cuyas consecuencias aún se siguen pagando.

Y fue tras esta definición de la Agencia Internacional de la Energía Atómica cuando la seguridad,  la prevención, empiezan a tenerse en cuenta como un factor importante de gestión.

Si llegar hasta ahí no fue fácil, después, tampoco lo ha sido. Desgraciadamente los humanos somos de memoria frágil y tendemos a relajarnos hasta que algo hace saltar todas las alarmas. En 1986 fue Chernobil, en 2020 ha sido la pandemia.

De nuevo la cultura de la prevención está entre las prioridades. Nos hemos dado cuenta que estábamos menos preparados de lo que creíamos y que no hay nada más importante que la salud, en el sentido más amplio de la palabra.

De repente, la pandemia hizo que entre otros colectivos, las miradas se giraran hacia los servicios de prevención, y allí estábamos, allí estaba y aquí sigue, CFP In. Éramos y somos esenciales, y la prevención es un objetivo prioritario.

En todo el proceso, a nosotros también nos ha tocado reaccionar y hemos descubierto que estábamos preparados para afrontar una situación complicada y muchas veces caótica. Hemos sabido adaptarnos para gestionar la vuelta al trabajo en condiciones de seguridad para los/as trabajadores/as, rastreando e  investigando los casos y contactos de infección por Sars Cov-2 detectados en las empresas, solicitando pruebas diagnósticas, cuidando de los trabajadores vulnerables, realizando seguimientos e implantando medidas de seguridad y prevención, asesorando a las empresas etc…sin olvidar la coordinación con el sistema público de salud y las autoridades sanitarias.

Esta pandemia pasará  y desde CFP In seguiremos aportando nuestro conocimiento y  trabajando en educar, formar, realizar planes de prevención, evaluar riesgos, instaurar medidas preventivas, vigilar la salud de las personas, asesorar…

Será también importante que no nos olvidemos, como nos olvidamos de las lecciones aprendidas tras la catástrofe de Chernobil. La forma de no olvidar es sin duda, aprender de los errores, e insistir en lo que es prioritario no sólo cuando llegan los problemas, sino en todo momento.

Lo sabíamos ya, pero las circunstancias nos han obligado a recordar que la cultura preventiva debe estar en el eje central de toda gestión, tanto a nivel social como en nuestras empresas. Obviarlo puede salir, sale de hecho, muy caro. Es terrible que se repita un accidente o un daño en la salud de una o varias personas, sabiendo que éste  hubiera sido perfectamente evitable si se hubieran adoptado las medidas de prevención pertinentes.

Lo resumió  el escritor superviviente del holocausto, Elie Wiesel de forma magistral: “ Sin memoria no hay cultura. Sin memoria no habría civilización, no hay sociedad, no hay futuro”.

No perdamos la memoria.